martes, 10 de mayo de 2022

La justicia lingüística y sus enemigos

 Pável H. Valer Bellota

"Angelus Natura 18" Richard Peralta
La Organización de las Naciones Unidas ha declarado los años 2022-2032 ‘decenio internacional de las lenguas indígenas’. Un acto que busca llamar la atención acerca de la grave pérdida de la diversidad cultural y lingüística.

El llamado de la comunidad internacional tiene especial importancia en las condiciones actuales de la diversidad lingüística de los Estados postcoloniales. El proceso de colonización de América inauguró el proceso de desaparición de las lenguas del mundo, un transcurso largo que ha desembocado en un escenario desastroso. Janse, M. (2003, p. IX) ha mostrado que más de la mitad de ellas han desaparecido en los últimos 500 años, y, coincidentemente con la aceleración de la acumulación del capital y la globalización hegemónica, se estima que más de la mitad de los 6.809 idiomas que se hablan actualmente se encuentran en peligro de desaparecer en el siglo XXI. Hay razones para el pesimismo, sólo 600 de todas las lenguas que se hablan en el mundo tienen posibilidad de sobrevivir a largo plazo. Este autor concluye que estamos en un proceso global, a un ritmo alarmante, de muerte de las lenguas.

Desde una apreciación histórica, Crystal, D. (2000), explica que las lenguas siempre han aparecido, prosperado y muerto, pero la “extinción masiva” de lenguas que amenaza al mundo hoy es un hecho grave y excepcional. ¿Qué hacer al respecto? ¿Es una actitud plausible no hacer nada, no decir nada?

Desde la Academia es ineludible actuar para, al menos, poner en evidencia esta situación injusta que causa sufrimiento a muchos pueblos del mundo. Es imprescindible estudiar y diseñar formas sociopolíticas y legales que nos dirijan hacia un escenario de justicia lingüística, es necesario proponer la actuación del Estado en forma de reconocimiento de derechos lingüísticos y la implementación de políticas públicas racionales para revertir las fuentes sociales que ponen en peligro los derechos de los hablantes de las lenguas minorizadas.  

Algunas explicaciones de la justicia lingüística (Van Parijs, 2003) la representan como una forma de justicia cooperativa entre grupos sociales (intercomunal), así como un aspecto de la justicia distributiva interpersonal. Una práctica que afecta de manera significativa las oportunidades en la vida de los ciudadanos, incluyendo la posibilidad personal de adquirir poder. La justicia lingüística implica además la combinación del esfuerzo personal y las circunstancias sociales que puede hacer favorecer o dificultar el aprendizaje de una o más lenguas, de tal manera que la desigualdad lingüística puede ser la fuente de una gran injusticia interpersonal.

"Angelus Natura 37" Richard Peralta

Como ya lo sustentó Dworkin (1984), las instituciones públicas deben reconocer y distribuir derechos para todos. Es incompatible con la democracia que el Estado distribuya bienes u oportunidades de manera desigual, considerando que algunos ciudadanos tienen derecho a más por que merecen mayor consideración. Por lo tanto, no es justo que el Estado priorice la lengua de un grupo de ciudadanos en desmedro de las de otros, sino, por el contrario, es deber del Estado, y de toda la sociedad, dar garantías, propiciar las condiciones de prosperidad de todas las lenguas, realizar en la práctica la justicia lingüística. 

Estas buenas orientaciones acerca de la justicia lingüística chocan con poderosas causas económicas y políticas que provocan la crisis y la muerte de las lenguas. Entre los factores socioeconómicos, explica Janse, M. (2003, p. X), están la falta de oportunidades de acceso a los recursos de la sociedad “moderna” de los hablantes de lenguas minorizadas, las transformaciones económicas rápidas, la industrialización, la trasformación de las relaciones de trabajo y las formas de producción que quiebran las tradicionales formas de subsistencia de los pueblos originarios. Como factores sociopolíticos que causan la muerte de las lenguas se pueden contar las políticas lingüísticas (oficiales y no oficiales), la discriminación ejercida contra las naciones originarias, la estigmatización de los hablantes, la represión del uso de los idiomas autóctonos, las guerras, etc.

Las políticas lingüísticas, es decir la actuación del Estado respecto a las lenguas, la priorización por parte del campo económico y del modelo político de un idioma sobre otros, son un factor decisivo en la muerte de las lenguas, y son, a su vez, una herramienta fundamental de la justicia lingüística. En nuestra realidad social las políticas lingüísticas se desenvuelven en un contexto marcado por el colonialismo occidental que ha demostrado ser extremadamente eficaz en imponer una cultura, una lengua, un solo concepto de vida buena sobre la diversidad. En nuestra América es evidente la subsistencia del modelo lingüístico colonial, o de manera más precisa un imperialismo cultural-lingüístico, orientado a extinguir el uso de las lenguas originarias mediante la castellanización o la imposición de la lengua de los grupos con poder.

Junto a las herencias coloniales en el diseño del Estado, Leung (2018, p. 56) identifica dos obstáculos difíciles de sortear para la justicia lingüística: la construcción de los Estados-nación y, recientemente, el proceso de globalización. El nacionalismo estatal desarrolla políticas de establecimiento de una “lengua nacional” oficial que es una variedad estandarizada y apta para uso estatal, la lengua nacional es el idioma de la vida pública y la educación, y ser competente en esa lengua se convierte en un requisito para la participación, el acceso a recursos y para el ascenso social. Los hablantes de las “otras lenguas” no reconocidas o desdeñadas por el Estado-nación son sometidos a presión para hablar la “lengua nacional”, que generalmente se asocia a la idea de modernidad y progreso. Las lenguas de los grupos sociales considerados “minorías” son percibidos como una afrenta, incluso una amenaza, a la unidad de la nación, y los jóvenes ven en poco o ningún valor en aprenderlas. El nacionalismo estatal, que promueve una sola lengua con valor oficial, es un gran enemigo de la ecología lingüística.

Respecto a la globalización, en especial en cuestiones de integración y participación en la economía global, la comunidad económica y los Estados, impulsan el aprendizaje y la adopción de lenguas globales como el inglés, el castellano, el francés u otras linguas francas, que son consideradas claves para alcanzar oportunidades de desarrollo social y económico. Los medios de comunicación digital, la estandarización del lenguaje y la creencia de que el monolingüismo facilita la eficiencia en la gestión y el crecimiento económico, promueven la reducción contemporánea de la diversidad lingüística (Leung, Op.Cit).

Para leer el artículo completo: Dossier: "Derechos Lingüísticos y Políticas Públicas" Revista de la Fac. Derecho y C. Políticas (Cusco)

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Referencias:

CRYSTAL, D. (2014). Language death. Cambridge University Press.

DWORKIN, R. (1984). Los derechos en serio, Barcelona. Ariel.

JANSE, M. (2003). Language death and language maintenance: problems and prospects. In Language Death and Language Maintenance: Theoretical, practical and descriptive approaches (pp. 9-17). John Benjamins.

LEUNG, Janny HC. (2018) “Language rights” at Rathert, M. Handbook of Communication in the Legal Sphere (Vol. 14). Walter de Gruyter GmbH & Co KG. pp 54-82

VAN PARIJS, P. (2003). Linguistic justice.  En: Kymlicka, W., & Patten, A. (Eds.). (2003). Language rights and political theory. pp 153-168.