miércoles, 21 de noviembre de 2018

El nuevo indio: ciudadanía y emancipación política

Waynaruna, Qeros
 Foto: Hanna Rae, Facebook
En el Cusco, ciudad ‘ombligo’ de Nuestra América, en la primera mitad de siglo XX, se produjo una efervescencia intelectual cuyo producto más importante fue el indigenismo. Uno de los protagonistas más sobresalientes de este debate fue Uriel García, quien en los años 30 pronosticó que las identidades culturales genuinas se fundirían, sin perder su esencia autóctona, con los mejores aportes de la América contemporánea para producir un nuevo indio[1].
Y ese presagio parece estarse cumpliendo. Hoy, el ciudadano se convierte en el nuevo indio. Es en la ciudadanía plena, en la afirmación de la igualdad de derechos para todos, en el reconocimiento de la diferencia del origen nacional del indígena, y en la nueva distribución descentralista del poder político, que se realiza el ideal de la emancipación de los pueblos originarios del Continente.
El indígena se transforma en nuevo indio mediante la acción y la participación políticas. Cuando el segmento autóctono toma conciencia de su potencial, fortalecido por las nuevas narrativas descolonizadoras y emancipadoras americanas, desarrolla su obra política y comienza su camino a la superación de su condición de subordinado. En el engarzamiento del indígena en los procesos de descolonización y emancipación americanos, surge el nuevo indio.
¿Qué significa redimir al indio, es decir qué contenido debe tener la liberación del indio de su obligación de ser el sostén económico del Perú y de otros Estados americanos. Cómo librarlo de ser quien aporta la mano de obra que cincela el progreso de las ciudades a cambio de su alma cultural, de su condición de subalterno frente a los señores, de ser el segmento social que pone los muertos en las guerras de la historia y en las protestas sociales de hoy. Qué significa liberarle de su dolor, de su situación penosa de ser el aculturado, el “cholo”, el que está condenado a aprender con la verdadera educación la correcta palabra, el que asimila la cultura “delicada” de los vencedores y abandona la suya propia?
Uriel García, en su célebre libro “El Nuevo Indio” (1930) plantea que, en buena cuenta, esta liberación consiste en elevar al indio a la altura de la conciencia americana del presente. Fortalecer la simplicidad de su alma, desde la grandeza de su tradición y su cultura, acrecentándola, con la riqueza espiritual de hoy. El indígena debe dotarse de una nueva conciencia americana, fortalecer su tradición fecunda para hacerla más grande y renovarla, sin permanecer únicamente en el pasado.[2]
Esta obra literaria (“El Nuevo Indio”) es especialmente valiosa cuando plantea que el indígena tiene aptitud para su propia redención, que consiste en un proceso personal, interno, individual y también un proceso colectivo. En este paso encarnará las ideas nuevas americanas y resurgirá por su propio impulso. En palabras de U. García: “Cuando el indio sea realmente nuevo indio tendrá aptitud redentora, es decir, cuando sea un hombre distinto al que es. Y solo entonces producirá sus guías verdaderos y el ‘problema del indio’ será, así para la masa como para las generaciones jóvenes urgidas de solucionarlo, un estado de rebelión o no será nada” (p.119).
Continúa este autor manifestando que la cultura de América que liquide los rezagos tradicionales, y haga avanzar el espíritu neoindiano, será fruto de una rebelión interior como de una rebelión contra las fuerzas externas que mantienen el pasado. Se debe resolver no solo el problema para el indio sino de encontrar solución para todo el nuevo indio: “Crear nuevos indios totales”.
Portada Primera Edición de El Nuevo Indio
Foto: Biblioteca Municipal del Cusco
La redención del indio no es solo la lucha contra el gamonalismo y la expropiación, sino también contra el centralismo como forma de distribución geográfica del poder. Luchar contra el caciquismo constitucional del centralismo es imprescindible para lograr la redención del indio. El regionalismo es voluntad indiana de creación nacional, es la lucha del indígena contra la urbe europeizante. El regionalismo es una fuerza defensiva de la historia peruana. Los impulsos de cada zona histórica deben ser incrementados y ser dotados de autonomía. “La aldea, la provincia y la ciudad cada cual que cumpla su papel, como así lo mandan los Andes formidables”[3]
Las ideas de Uriel García encajan perfectamente con las percepciones del indianismo contemporáneo, como movimiento postcolonial. Son ideas muy adelantadas para su tiempo y además acertadas: se ha hecho patente que, a partir de las dos últimas décadas del siglo XX, el indigenismo ha tomado la forma de un movimiento social que se sustenta en una especie de nacionalismo contrahegemónico —contestatario y crítico del modelo económico y político— propio de sociedades (étnicas) subestatales.
De esta manera, el indigenismo ha recobrado una de sus formas originales principales de ideología vertebradora de la acción política de colectivos que se proclaman indígenas, autóctonos y superadores de la condición colonial. Estos grupos contrahegemónicos se convierten crecientemente en actores públicos que devuelven y contestan la construcción nacional de las estructuras y modelos tradicionales de los Estados, y desarrollan, a su vez, su propio discurso nacional. El resurgimiento de los pueblos indígenas, como importantes actores políticos, ha impulsado el surgimiento crítico de herramientas teóricas posmodernas que buscan interpretar más precisamente el fenómeno del indigenismo, ya no solo como un fenómeno artístico o estético, sino fundamentalmente como un hecho político que transforma el escenario tradicional del Estado.[4]
Los Estados democráticos deben responder apropiadamente a las demandas sociales del proceso social de regreso de las culturas, de la creación de nuevos indios totales, de una nueva ciudadanía neoindiana.  Como parte de esa respuesta deben acomodar y reformar sus instituciones, su modelo político, de manera que dé respuestas democráticas adecuadas a los procesos culturales contemporáneos. Los procesos sociales de organización indígena; la igualdad, la diversidad, la ciudadanía multicultural[5] y, en general, las reivindicaciones de la cultura[6]; así como la asunción de nuevos paradigmas políticos y jurídicos que proponen modelos constitucionales emancipatorios democráticos, plantean un nuevo escenario para el constitucionalismo y para todo el Derecho Público en general.





[1] GARCÍA O., José Uriel (Reimpresión 1973): El nuevo indio; (Primera Ed.1930); Ed. Universo, Lima.
 [2] Uriel García plantea una ruptura con la tradición del indio antiguo, una renovación profunda de su ser material e intelectual. Propone la superación del “agrarismo” y la apertura de su actividad hacia todos los campos económicos, sociales y políticos contemporáneos.
[3] García, U. Op Cit. p.121. 
[4] VALER BELLOTA, Pavel (2011). “Movimiento social e indigenismo político aymara. Descentralización y proyecto de Estado multinacional”. En Revista Argumentos, Instituto de Estudios Peruanos, año 5, n.° 5.
[5] KYMLICKA, Will. (1996). Ciudadanía multicultural. Barcelona: Paidós.
[6] BENHABIB, Seyla. (2002). The claims of culture: Equality and diversity in the global era. Princeton University Press.

No hay comentarios: