"Angelus Natura 18" Richard Peralta |
El llamado de la comunidad internacional tiene especial importancia en las condiciones actuales de la diversidad lingüística de los Estados postcoloniales. El proceso de colonización de América inauguró el proceso de desaparición de las lenguas del mundo, un transcurso largo que ha desembocado en un escenario desastroso. Janse, M. (2003, p. IX) ha mostrado que más de la mitad de ellas han desaparecido en los últimos 500 años, y, coincidentemente con la aceleración de la acumulación del capital y la globalización hegemónica, se estima que más de la mitad de los 6.809 idiomas que se hablan actualmente se encuentran en peligro de desaparecer en el siglo XXI. Hay razones para el pesimismo, sólo 600 de todas las lenguas que se hablan en el mundo tienen posibilidad de sobrevivir a largo plazo. Este autor concluye que estamos en un proceso global, a un ritmo alarmante, de muerte de las lenguas.
Desde
una apreciación histórica, Crystal, D. (2000), explica que las lenguas siempre han aparecido,
prosperado y muerto,
pero la “extinción masiva” de lenguas
que amenaza al mundo hoy es un hecho grave y excepcional. ¿Qué hacer al
respecto? ¿Es una actitud plausible no hacer nada, no decir nada?
Desde
la Academia es ineludible actuar para, al menos, poner en evidencia esta
situación injusta que causa sufrimiento a muchos pueblos del mundo. Es
imprescindible estudiar y diseñar formas sociopolíticas y legales que nos
dirijan hacia un escenario de justicia lingüística, es necesario proponer la
actuación del Estado en forma de reconocimiento de derechos lingüísticos y la
implementación de políticas públicas racionales para revertir las fuentes sociales
que ponen en peligro los derechos de los hablantes de las lenguas minorizadas.
Algunas explicaciones de la justicia
lingüística (Van Parijs, 2003) la representan
como una forma de justicia cooperativa entre grupos sociales (intercomunal), así
como un aspecto de la justicia distributiva interpersonal. Una práctica que
afecta de manera significativa las oportunidades en la vida de los ciudadanos,
incluyendo la posibilidad personal de adquirir poder. La justicia lingüística
implica además la combinación del esfuerzo personal y las circunstancias
sociales que puede hacer favorecer o dificultar el aprendizaje de una o más
lenguas, de tal manera que la desigualdad lingüística puede ser la fuente de
una gran injusticia interpersonal.
"Angelus Natura 37" Richard Peralta |
Como
ya lo sustentó Dworkin (1984), las instituciones públicas deben reconocer y
distribuir derechos para todos. Es incompatible con la democracia que el Estado
distribuya bienes u oportunidades de manera desigual, considerando que algunos
ciudadanos tienen derecho a más por que merecen mayor consideración. Por lo
tanto, no es justo que el Estado priorice la lengua de un grupo de ciudadanos
en desmedro de las de otros, sino, por el contrario, es deber del Estado, y de
toda la sociedad, dar garantías, propiciar las condiciones de prosperidad de
todas las lenguas, realizar en la práctica la justicia lingüística.
Estas
buenas orientaciones acerca de la justicia lingüística chocan con poderosas causas
económicas y políticas que provocan la crisis y la muerte de las lenguas. Entre los factores socioeconómicos, explica Janse, M. (2003, p. X), están la falta de oportunidades de acceso a los recursos de la
sociedad “moderna” de los hablantes de lenguas minorizadas, las
transformaciones económicas rápidas, la industrialización, la trasformación de
las relaciones de trabajo y las formas de producción que quiebran las
tradicionales formas de subsistencia de los pueblos originarios. Como factores sociopolíticos que causan la
muerte de las lenguas se pueden contar las políticas lingüísticas (oficiales y
no oficiales), la discriminación ejercida contra las naciones originarias, la estigmatización
de los hablantes, la represión del uso de los idiomas autóctonos, las guerras,
etc.
Las políticas
lingüísticas, es decir la actuación del Estado respecto a las lenguas, la
priorización por parte del campo económico y del modelo político de un idioma
sobre otros, son un factor decisivo en la muerte de las lenguas, y son, a su
vez, una herramienta fundamental de la justicia lingüística. En nuestra
realidad social las políticas lingüísticas se desenvuelven en un contexto
marcado por el colonialismo occidental que ha demostrado ser extremadamente
eficaz en imponer una cultura, una lengua, un solo concepto de vida buena sobre
la diversidad. En nuestra América es evidente la
subsistencia del modelo lingüístico colonial, o de manera más precisa un imperialismo
cultural-lingüístico, orientado a extinguir el uso de las lenguas originarias
mediante la castellanización o la imposición de la lengua de los grupos con
poder.
Junto a las herencias coloniales en el diseño del Estado, Leung (2018, p. 56) identifica dos obstáculos difíciles de sortear para la justicia
lingüística: la construcción de los Estados-nación y, recientemente, el proceso
de globalización. El nacionalismo estatal desarrolla políticas de
establecimiento de una “lengua
nacional” oficial que es una variedad estandarizada y apta para uso estatal, la lengua nacional es
el idioma de la vida pública y la educación, y ser competente en esa lengua se
convierte en un requisito para la participación, el acceso a recursos y para el
ascenso social. Los hablantes de las “otras lenguas” no reconocidas o
desdeñadas por el Estado-nación son sometidos a presión para hablar la “lengua
nacional”, que generalmente se asocia a la idea de modernidad y progreso. Las
lenguas de los grupos sociales considerados “minorías” son percibidos como una afrenta,
incluso una amenaza, a la unidad de la nación, y los jóvenes ven en poco o
ningún valor en aprenderlas. El nacionalismo estatal, que
promueve una sola lengua con valor oficial, es un gran enemigo de la ecología
lingüística.
Respecto a la
globalización, en especial en cuestiones de integración y participación en la
economía global, la comunidad económica y los Estados, impulsan el aprendizaje
y la adopción de lenguas globales como el inglés, el castellano, el francés u
otras linguas francas, que son consideradas
claves para alcanzar oportunidades de desarrollo social y económico. Los medios
de comunicación digital, la estandarización del lenguaje y la creencia de que
el monolingüismo facilita la eficiencia en la gestión y el crecimiento
económico, promueven la reducción contemporánea de la diversidad lingüística
(Leung, Op.Cit).
Para leer el artículo completo: Dossier: "Derechos Lingüísticos y Políticas Públicas" Revista de la Fac. Derecho y C. Políticas (Cusco)
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Referencias:
CRYSTAL, D. (2014). Language death. Cambridge University Press.
DWORKIN,
R. (1984). Los derechos en serio,
Barcelona. Ariel.
JANSE, M.
(2003). Language death and language maintenance: problems and prospects.
In Language Death and Language Maintenance: Theoretical, practical and
descriptive approaches (pp. 9-17). John
Benjamins.
LEUNG, Janny
HC. (2018) “Language rights”
at Rathert,
M. Handbook of Communication in the Legal Sphere (Vol. 14). Walter
de Gruyter GmbH & Co KG. pp 54-82
VAN PARIJS, P. (2003). Linguistic justice. En: Kymlicka, W., & Patten, A.
(Eds.). (2003). Language rights and political theory. pp 153-168.