Giesecke (con sombrero blanco) en Cusco 1911 Foto: Archivo Alberto Giesecke |
Después de instruirse en la Universidad de Pennsylvania, había
investigado en las Universidades de Londres, Berlín y Laussane, y obtenido el
doctorado en economía en la Universidad de Cornell. Al llegar al centro del
mundo quechua, hablaba inglés y alemán como idiomas maternos y era experto en
latín, francés y castellano. En aquellas universidades fue alumno de afamados catedráticos
de economía y ciencia política de la época, que lo habían interesado en estudios
del comercio con América Latina. Venía influenciado por esas experiencias y, de
manera especial, por el pragmatismo del filósofo norteamericano William James.
El nombramiento de Albert A. Giesecke desató enconadas críticas políticas,
hasta la medida que tuvo que sortear el pedido de interpelación del Ministro de
Educación, por parte del Congreso de la
República. Al parecer la ley universitaria de entonces exigía tener 30 años
para ser rector. Finalmente, el jefe de gabinete renunció, pero por razones
distintas a esa designación, y el asunto espinoso del gringo nombrado Rector en
Cusco pasó a segundo plano.
El establishment cusqueño,
incluidos los estudiantes, recibió al nuevo rector con recelo y cortapisas. Cinco
semanas después de comenzar el rectorado, el Prefecto del Cusco cedió el local
de la universidad para que sirviera de cuartel a la tropa reclutada por el ejército
para hacer frente a una escaramuza con Ecuador. Era domingo 3 de abril cuando
le fue notificado el mandato de desalojo. Albert A. Giesecke envió un telegrama
al presidente Leguia quien, luego de media hora, derogó esa orden; había
aceptado el rectorado con la condición de contar con el apoyo incondicional del
gobierno. La rapidez en la solución del cierre militar de la universidad le ganó
la fama de arreglar directamente asuntos de Estado con el Presidente Augusto B.
Leguía, desde la humilde oficina del telégrafo provinciano.
A partir de entonces fueron 14 años en los que administró la UNSAAC dando
continuidad democrática y haciendo efectivas las reivindicaciones de la primera
reforma universitaria de América (1909). Burlando la oposición de la élite conservadora
cusqueña, abrió sus puertas a toda persona que tuviera aptitudes para
estudiar, logró que la universidad admitiera a las primeras mujeres con derecho
a recibir todos los títulos y grados académicos. A diferencia de los aristocráticos
rectores, Albert A. Giesecke fue muy cercano a los estudiantes: casi a diario, a
las seis de la mañana, se le podía ver jugando partidos de futbol, tenis y básquet
con ellos.
Envolvió a la universidad en un intenso proceso de modernización a la vez
que recuperaba lo mejor de la tradición histórica original. Renovó la
biblioteca, reformó los métodos de enseñanza e hizo más estricta la exigencia
académica. Contrató como docentes a los mejores alumnos, atrajo a los valores
más selectos del medio, sin condicionamientos pero con una orientación: que se
estudiara el entorno, que se investigara el contexto social concreto que
rodeaba a la facultad. Se hicieron frecuentes las excursiones académicas de
investigación a las afueras del Cusco, la universidad escolástica fue dejada de
lado, reorientando la mirada de los estudiantes más allá de únicamente los
libros y las doctrinas teóricas.
Retrato Albert A. Giesecke ¿1910? Foto: Archivo Alberto Giesecke |
Las nuevas ideas se divulgaron a Perú y parte de América gracias a la
Revista Universitaria que fundó y comenzó a publicar en 1912. Junto a ésta,
Albert A. Giesecke hizo aportes trascendentales a la revalorización del patrimonio
cultural prehispánico. Compró para la universidad la colección que Jose L.
Caparó Muñiz había juntado en cincuenta años de investigaciones arqueológicas en
toda la región y con ella fundó el Museo Arqueológico del Cusco, una muestra preciosa
y única del gran nivel civilizatorio alcanzado, hoy llamado “Museo Inka”.
En 1920, condujo personalmente desde Lima a los delegados que
participaron del Primer Congreso de Estudiantes del Perú. Se encargó de organizar
su alojamiento –albergó en su propia casa a los lideres–, y logro que el
gobierno provea una subvención diaria para todos los asistentes durante las dos
semanas que duró el evento. Jorge Basadre, el gran historiador, estuvo entre
los delegados: “No olvido
la sorpresa que me causó ver cómo Giesecke estaba cerca de los alumnos al
extremo de practicar deporte al lado de ellos en contraste con el estiramiento
de los catedráticos de Lima y constatar luego la modernización y la ampliación
que efectuó en San Antonio Abad”[1]. El Rector de la
Universidad del Cusco fue elegido presidente honorario del Congreso de
Estudiantes por abrumadora mayoría.
En 1923, después de 14 años, decidió dejar el rectorado: la
modernización indigenista había sido concluida con éxito. Sin embargo, fue casi
imposible para Giesecke desligarse del
Cusco. Se había casado con Esther Matto, una mujer vinculada a sus familias más
prominentes, y tenido dos hijos que nacieron allí. Pero sobre todo había sido
capturado por la magia, la multiculturalidad, el recuerdo y la promesa histórica de la Ciudad Puma. Llegó a ser su alcalde varias veces.
Su curriculum como Rector de la universidad del Cusco era atractivo para
todo intelectual, patronato o expedición que llegara al Perú a seguir la pista de
los Inkas. Se le voceaba incluso como posible primer descubridor de Machupicchu,
antes de Bingham, quien solamente habría seguido las instrucciones de Giesecke
para llegar a la ciudad perdida[2].
En 1949, por ejemplo, acompañó a Axel Wenner Gren a cuya Fundación había
recomendado investigar y recuperar de la maraña Wiñaywayna, Phuyupatamarqa y
Sayacmarqa –tres hermosas ciudadelas monumento
inkas cercanas a Machupicchu. Gestionó que la Universidad del Cusco declarara al
mecenas doctor honoris causa, por sus
aportes a la arqueología, y consiguió que él, en agradecimiento, financiara la
creación y el funcionamiento inicial del Departamento de Arqueología, contratando
a John Howland Rowe como su primer director.
Es poco el espacio para describir las actividades extrauniversitarias de Albert
A. Giesecke. Convenció a un viejo investigador alemán de Lambayeque para que cediera
su colección de 6 mil piezas de excelente calidad, y su propia casa, para
fundar el acreditado Museo Brünning (1924). Adquirió la colección de Victor Larco Herrera para
instituir el Museo Nacional de Arqueología y Antropología (1924). Dirigió las
primeras excavaciones arqueológicas en Pachacamaq y Cajamarquilla (Lima, 1938).
Preparó y organizó la visita de investigación en Cusco de Arnold Joseph
Toynbee –el encumbrado historiador de las civilizaciones (1950). Acompañó
personalmente a Charlton Heston cuando filmó en Cusco “El secreto de los Incas”
(1954). Promovió el turismo facilitando la llegada de los primeros aviones y
publicando las inaugurales guías del Cusco.
Fue Director general de Educación del Perú, y agregado de la embajada de
los Estados Unidos.
Pero sobre todo fue de esas personas que, teniendo la promesa de un
futuro brillante en su lugar de origen, deja todo para descubrir, a miles de
kilómetros, que tradición y modernidad pueden conjugarse bellísimamente, que se
puede construir una Universidad que irradie al infinito nuestro conocimiento
desde un pueblecito instalado en la enormidad los Andes. ¿Quién puede decir que
el gringo Albert A. Giesecke, nacido en Filadelfia de padres alemanes en 1883,
no es como Saturnino Willka, un ser oriundo, trascendental, que germinó nuevamente
en el mismo ombligo quechua de nuestro mundo? Finalmente, uno reformó la Universidad
y el otro lideró la reforma agraria.
NOTA: Los detalles históricos y fotografías para este artículo fueron tomadas del libro:
RUBIO CORREA, Marcial A.; Albert Annthony Giesecke Parthymueller: “El más peruano de los norteamericanos”; Ed. Alberto Giesecke Matto, impresión Nova Print, Lima 2007.
RUBIO CORREA, Marcial A.; Albert Annthony Giesecke Parthymueller: “El más peruano de los norteamericanos”; Ed. Alberto Giesecke Matto, impresión Nova Print, Lima 2007.
[1] BASADRE, Jorge; La vida y la historia; Ed. Industrial
Gráfica S.A, Lima 1981
[2] GADE, Daniel W.; “Albert A. Giesecke (1883–1968) A
Philadelphian in the Land of the Incas”;
Expedition;Vol. 48 Nº 3, University
of Pennsylvania Museum of Archaeology and Anthropology; Winter 2006. Disponible
en: http://www.penn.museum/documents/publications/expedition/PDFs/48-3/Gade.pdf [accesado 6/10/2013]
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