Dedicado a Fernando Manga Gonzales, "QOLLAPATO"
![]() |
Señora del Valle del Colca (Perú) Foto: Sjameron |
Desde la
época colonial las lenguas indígenas de América formaron parte del debate de la política de consolidación del modelo de dominación. De hecho, las
posiciones más duras mostraban un menosprecio explícito por ellas, junto a un deseo
expreso de extinguirlas. Tomás López Medel, Oidor de Guatemala, escribió en
1550 refiriéndose a la necesidad de expandir el castellano: “Y de esta
manera se dará entrada para nuestra lengua y para las cosas de nuestra religión
y para desterrar la bárbara lengua de estos [indios], y sus abominables
costumbres”. Igualmente, en Perú, el oidor Juan de Matienzo propuso que se
forzara a los indios a aprender el español.
Por otro
lado se encontraban las posiciones más objetivas y equilibradas, por ejemplo el
jesuita José de Acosta escribe en 1588: “hay quienes sostienen que hay que
obligar a los indios con leyes severas a que aprendan nuestro idioma […] si
unos pocos españoles en tierra extraña no pueden olvidar su lengua y aprender
la ajena […] ¿en qué cerebro cabe que gentes innumerables olviden su
lengua en su tierra y usen solo la extraña que no la oyen sino raras veces y
muy a disgusto?”.[1]
La política
pública de castellanización comenzó sus andaduras como un instrumento necesario
para la propagación del cristianismo, la evangelización fue el norte cultural
de la invasión y la lengua un instrumento de prédica. En los preámbulos de
ciertas cédulas incorporadas a la Recopilación de las leyes de los reinos de
las Indias se considera a las lenguas nativas incapaces de expresar las
complejidades teológicas[2]. Junto
a la religión, la tarea de alfabetizar y enseñar el castellano a los millones
de nativos del continente constituyó una labor interminable. Cualquier
disposición legal colonial orientada a su implantación forzosa estaba condenada
de antemano al fracaso.
Por eso, en
lugar de operar sobre un enorme conjunto, la Corona apostó por actuar desde
arriba de la escala social originaria: fueron creados colegios para los hijos de
caciques, donde se enseñaba el castellano. Ejemplos ‘exitosos’ de estas escuelas para hijos de la nobleza indígena fueron los de Tlatelolco, Texcoco (en México),
Lima y Cusco (en Perú). La cédula de 1550, recogida en la Recopilación (Libro
VI, T. VI, Ley XVIII), dice textualmente: “Que a los indios se les pongan
maestros, que enseñen a los que voluntariamente las quisieren aprender, como
les sea de menor molestia y sin costa y ha parecido que esto pudieran hacer
bien los sacristanes como en las aldeas de estos reinos enseñan a leer y
escribir la doctrina cristiana.” [3]
![]() |
Luzmila Chiricente. Líder Asháninka Casa de América |
Desde la apreciación
histórica de esos antecedentes, se puede concluir que el proceso de
castellanización es una campaña permanente desde hace cinco siglos -en desmedro
de los idiomas indígenas- que ha tomado forma de política de Estado y que se
viene aplicando en la actualidad, bajo la anuencia del modelo político de
dominación: la Constitución política realmente existente más allá del derecho
escrito.
Las políticas públicas de castellanización para la implantación de la religión, usando la alfabetización de los indígenas en ese idioma, tienen su
origen en un planteamiento colonial. Y continúan hasta nuestros días basadas en
el mito de la escuela. Como explica Montoya, en el siglo XX los herederos de
los colonizadores en el poder consideraron que el único modo de ‘civilizar’ a
los ‘bárbaros’ o ‘salvajes’ sería a través de la escolarización. El
modelo occidental de dominación fue creando lentamente el mito civilizatorio de
la escuela a través de la oposición oscuridad–analfabetismo–salvajismo frente a luz–alfabetización–civilización. Bajo este esquema “(…) la escuela
significa liquidar las culturas indígenas entendidas como salvajes”[6].
Los procesos
de educación formal, después de la declaración de independencia, tuvieron
la labor de continuar la campaña de castellanización diseñada en la época
colonial orientada a homogeneizar las culturas del país. Basándose en el
principio de igualdad -confundido con estandarización cultural- los programas de
alfabetización se convirtieron en armas políticas-culturales de los sectores conservadores
en poder del Estado, útiles en la lucha para acabar con el ‘problema’ de la
diversidad nacional.
La
imposición del castellano invadió también la educación superior. Actualmente el
sistema educativo dominante tiene valores, categorías conceptuales y modos de
pensar provenientes de tradiciones occidentales. Utiliza una multiplicidad de palabras latinas ligadas a la sectorización de la ciencia, con una lógica
matemática relacionada a la creación de
tecnologías, lo cual explica su postura frente a las culturas nativas. De esta
manera se produce un “dislocamiento cultural”[7]. ¿En
cuántas universidades se dictan clases en quechua, aymara, harambut,
matsigenka?
En esta orientación, se produce la impunidad jurídica de la violación de derechos culturales por parte del Estado. Si se desconocen las diferencias lingüísticas, y se pretende la implantación de un modelo cultural único, se arrinconan varios derechos constitucionales. Por ejemplo el derecho de no ser discriminado por motivo de idioma, el derecho a la identidad, integridad moral, psíquica y física y al libre desarrollo y bienestar”. Se incumple el deber de respetar y proteger la pluralidad étnica (Art. 2°, Constitución 1993).
El arcaico modelo
político cultural, diseñado en la colonia, persiste hoy en el proceso de expansión e
implantación del castellano. Las políticas orientadas a extinguir el
uso de los idiomas autóctonos, mediante la enseñanza solo en el idioma de los
invasores, es parte central de dicho modelo. Ante esto, las políticas públicas de
naturalización del uso social y normalización lingüística para la recuperación,
preservación y promoción de los idiomas autóctonos son una necesidad urgente, y
una tarea democrática aun no llevada a cabo por el Estado. Ama hina kanqichis, wiraqochakuna!!
[1] DE ACOSTA, José; De procuranda indorum salute;
Madrid: Colección España Misionera, 1952. Págs. 357–358. [Cfr. SÁNCHEZ–ALBORNOZ,
Nicolás; “De las lenguas amerindias al castellano. Ley o interacción en el
periodo colonial”; en Colonial Latin Américan Review, Vol. 10, No. 1,
2001. Págs. 49–67.]
[2] “(..) que en la mejor y más perfecta lengua de los
indios no se pueden explicar bien y con propiedad los misterios de la fe, sino
con grandes absurdos e imperfecciones”. Otros previenen de que los padres
transmiten de palabra a los hijos la religión ancestral “se ha tratado y
deseado que desde niños aprendiesen la lengua castellana, porque en la suya se
dice que les enseñan sus mayores los errores de sus idolatrías, hechicerías y
supersticiones, que estorban mucho a su cristiandad”. [Ibíd.]
[3] Sánchez-Albornoz,
Óp. Cit. Pág. 51.
[4] KONETZKE, Richard. 1953–1962. Colección de
documentos para la historia de la formación social de Hispano-América.
Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1964. Pág. 89 [Cfr. Sánchez
Albornoz, Pág. 58]
[5] Ibíd.
[6] Montoya, Rodrigo; “La democracia y el
problema étnico en el Perú”, Revista Mexicana de Sociología Vol. 48, No.
3. Jul. – Sep. 1986, Págs. 45–50. Pág. 46.
[7] BERMÚDEZ TAPIA; Manuel; “Pérdida de identidades lingüístico culturales en el Perú”; en Revista Virtual de Antropología.
Disponible en la web, a Enero de 2008, en http://www.antropologia.com.br/arti/colab/a5-mbtapia.pdf
7 comentarios:
Excellent texte
La palabra "indígena" es en la realidad un insulto y mas bien lo utilizan los que consciente o inconscientemente defienden a los opresores. Esa palabra es utilizada por académicos como categoría social analítica también y por las organizaciones para obtener ayuda financiera debido a que es reconocida legalmente. Pero en la realidad, es un insulto impuesto por los opresores desde hace mas de 500 lustros. Nadie debería usar ese insulto despectivo. Hay precedentes de insultos que fueron reemplazados: niger por african american en eeuu, campa por los nombres de los amazónicos, esquimal por innuit, salvajes por nativos, mongolitos por discapacitados y posteriormente por personal especiales.
Muy buen artículo. En Bolivia el Quechua fue el idioma más hablado hasta los años 70´s, creo que fuimos el último país hispano donde el Español se hizo el mayoritario, y como presentan no fue coincidencia, sino un resultado de las políticas públicas después la Revolución del 52, cuando los indios tuvieron acceso a escuelas, que persiguieron una política agresiva de Castellización. Sin criticar a los resultados políticos y sociales como la Reforma Agraria y la ciudadania y voto.
precisar que la expansión del castellano se intento en la escuela a la que no debia acudir toda la población indigena y que esta polítca no fue unida a una politica de erradicación de lenguas indigenas, ni siquiera en la actualidad como muestra la EIB
Pensar que podemos enfrentarnos al imperialismo yanqui anglosajón usando la lengua quechua es infantil y tonto. La única manera de luchar contra la colonización gringa es con la unidad y fuerza del español, de California a Tierra de fuego. Los indigenistas les estáis haciendo el juego a los gringos. ¡Qué pena!
¿quienes se oponian a que los indios no supieran español para que no accedan a cargos en la colonia? dentro de las comunidades quienes tenian algo de poder?
el problema para el periodo republicano era el bajo dominio del español, como enfrentar el abuso??
Ahora el problema sigue siendo el mismo, lo que es una imposicion es resucitar lenguas indigenas en una institucion propia de los pueblos ancestrales originarios: la universidad intercultural. Para que una vez graduados solo puedan hablar esa lengua en una muy pequeña comarca y dedicarse a uno de los tres oficios que algunos decidieron podian aprender los nuevos indigenas.
Excelente articulo Doctor.
Publicar un comentario